sábado, 17 de enero de 2015

El caballo arabe

                                                
 
 
     He visto como le habla a su caballo mientras trabaja en la pista. Es un caballo árabe, la amazona le balbucea algo, lo trota y luego lo galopa.
 
   Los dos parecen uno. Ella, acaricia sus crines, luego le dice algo al oído, entre susurros. Antes de saltar un obstáculo, se preparan los dos: caballo y amazona. El caballo falla en el primer intento, derriba una barra. Ella, vuelve a acariciarlo, con suavidad, lo mima, le dice algo. Lo estimula. Vuelven a intentar el salto. El caballo vuelve a fallar y derriba de nuevo otro obstáculo.
 
     Ella le da ánimos, se acomoda sobre él y le besa en el cuello. El caballo con renovado arrojo, dibuja un bucle en la pista, la amazona cambia de mano. El caballo trota, altivo, muestra su cola levantada, orgulloso. Esta vez, al tiempo que ella roza levemente con sus labios las orejas del caballo, puedo escuchar cómo le dice con voz muy, muy suave: Lo intentamos una vez más, y si no nos sale bien lo dejamos por hoy. ¿Vale?
 
     El binomio lo vuelve a intentar de nuevo, mas el caballo derriba una nueva barra. Los caballos árabes dicen que son muy inteligentes; Y lo son. El novio de la amazona mirándome me dice: A veces tengo celos del caballo. Entonces pienso: Yo quisiera ser el caballo.


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