domingo, 7 de junio de 2015

el padrastro: "Melocotones para mi sobrino"

                                                  



... Alejado impunemente del calor de mi hogar. Desterrado por el novio de mi madre, cruel acompañante que simplemente me veía como un estorbo del que habría de desprenderse. Yo pensaba: ¡Te maldigo! ¡Sí! A ti. ¡Ruin! ¡Aprovechado! Que compartes lecho con mi madre. ¡Usurpador! ¡Ladrón! Que me has destronado del cetro familiar. A ti. ¡Zafio! Que me has apartado del abrazo materno. Que me has echado de mi casa para ocupar tú mi lugar. Que me has desposeído del más preciado tesoro. ¡Sí! A ti. Que traicionas a mi nombre y al de mi padre. ¡Sí! A ti. Que no tienes donde caerte muerto y vienes a engancharte como un parásito infecto a la teta de mi madre.

   Estos pensamientos me iban corroyendo desde mi interior, notaba como bajaban desde mi cabeza, me oprimían la garganta y luego el pecho, para luego descender como fuego a mi estómago. No podía hacer nada. No podía enfrentarme a ellos. No tenía delante de mí a nadie para descargar mi rabia. Y lo que era peor aún, tampoco tenía a nadie que me pudiera proteger. Empezaba a tener dificultades para respirar, estiraba mi cuello, estaba inquieto, nervioso, me dolían todas las articulaciones. Intentaba incorporarme pero sentía vértigo. Todo se movía a mí alrededor, la habitación tenía proporciones irregulares, imposibles, el suelo era inalcanzable, profundo, inestable, eso hacía que se moviera la cama como si estuviera navegando en una mar embravecida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario