sábado, 24 de enero de 2015

Conversando con la esquizofrenia



 
 
 
 
—Albert, ¿con quien hablas?

—Hablo solo… No, no estoy hablando solo, no creas que hablo solo,
   
    hablo con alguien, con alguien sagrado.

—¿Y qué te dice?

—A veces me dice y a veces no, en ocasiones esta, y en otras no.

—¿Lo puedes ver?

—No siempre. Pero tú si quieres, también lo puedes ver,

—¿Y cómo puedo hacer para ver?

—Para ver, solo tienes que creer.

Relato de aventuras


 


 
 

   Antes de nada debo decir que esta aventura también se podría haber titulado: Viaje a los Llanos de Nampelea, de La Gran Pelea, ­o bien de Relampaguea, cada uno de estos nombres como veremos responde a diferentes versiones, que con mas o menos fortuna dan cuanta del origen de los increíbles llanos que son el objeto de nuestro viaje, nosotros decidimos quedarnos con la versión mas verosímil a nuestro parecer que fue la primera ofrecida por el ¨joven canoso´¨, compañero de viaje durante el trayecto hasta la población de Vadillo-Castril.

 

29 de marzo de 1985

 

07:00. ¡¡¡Riiing!!! ¡¡¡Riiing!!!

07:30.-Es Semana santa y estamos de vacaciones. Partimos desde calle Doctor Gómez Duran, en Jaén, me acompañan Fran y Toni, el primero compañero de instituto, y el segundo, trabaja de mecánico de coches. A los tres nos mueve el único objetivo de la pura diversión, y el contacto con la naturaleza.

08:25.- Abandonamos la ciudad en autobús en dirección al pueblo de Cazorla, que dista de la capital poco mas de 100 Km. el viaje discurre por una carretera nacional hasta la ciudad monumental de Ubeda donde hacemos una parada. Posteriormente tomamos un desvió en dirección a Torreperogil —entre los cerros de Ubeda—, colmados de olivos y ya por una carretera comarcal hasta llegar al destino.

10:00.- Llegada a Cazorla.

            Después de ver el pueblo y de hacer las compras de ultima hora, como pilas para las linternas, y camisas para las lamparas de gas, pan… salimos andando en dirección a la Iruela, un pueblo cercano coronado con  un viejo castillo en estado  ruinoso debido  al saqueo e incendio de las tropas francesas en la guerra de la independencia del s XIX.

La fortaleza se construyó en la época de la reconquista, bajo la advocación de Santo Domingo de Silos. En el s XVI el viejo castillo templario fue remodelado  conforme a los cánones renacentistas.  Solo parece reconstruida la torre de la entrada, y sobre la cual se puede divisar todo el valle del alto Guadalquivir, y pueblos como Villanueva del Arzobispo, Iznatoraf , Santo Tome, Peal de Becerro, de este a oeste y Despeñaperros al norte, Sierra Magina al oeste, y Sierra Morena hacia la línea del horizonte, siguiendo el curso del rio Guadalquivir.

En la Iruela y “al pie del árbol grande”, un bar que toma el nombre de un impresionante árbol al pie de la carretera, nos recogerá un autobús que nos llevara hasta el pueblo de Vadillo-Castril.          

04:30.- Llegamos a Vadillo-Castril, un pequeño poblado en el corazón de la Sierra de Cazorla, en un viejo autobús, en el que además de los miembros de la expedición viajaban dos cabreros, dos señoras del pueblo, un gitano, con 4 churumbeles, y su mujer que amamantaba a un quinto, el más pequeño, el joven canoso, que durante el trayecto nos contó la versión del nombre de los Llanos de Hernán Perea que nosotros tomamos por verdadera y que da nombre al relato de nuestro viaje, y un grupo de trabajadores de la construcción que había terminado su jornada, todos ellos sucios, y manchados de cemento hasta la mirada, volvían con los zurrones vacíos, me llamó la atención que uno de ellos llevara un bolso de Adidas,  que llevaba inscrito el emblema de ¨Montreal 76¨, coronado con los cinco anillos de colores. Tuvimos que subir al techo del autobús que a nuestro favor disponía de una baca, donde se transportaba el equipaje de los viajeros, para recoger nuestras mochilas, también ayudamos a la familia de gitanos para el mismo menester.

05:15.Despues de bajar las mochilas,  iniciamos la marcha, tras poco tiempo caminando ¡Increible!. Tuvimos el primer contacto visual con rebecos, estaban inmóviles,  parecían de cera, eran un total de ocho especímenes: una manada mixta seguramente formada por hembras, crías y jóvenes del año. Los rebecos pertenece a la misma familia de la cabra, sus cuernos se doblan hacia atrás en la punta formando un gancho, tienen bandas de pelo oscuras, una a lo largo del dorso y otras dos que parten del hocico, atraviesan la zona de los ojos y alcanzan la base de los cuernos, su cola es corta y de color negro. En el preciso momento en que nos íbamos a acercar mas al grupo, un ejemplar adulto previsiblemente una madre, emitió un sonido, que entendimos de alarma, corto y grave, tras el cual desaparecieron monte arriba.

Continuamos la marcha y pronto comenzamos a sentir los primeros síntomas de cansancio, para dar un paso había que inspirar varias veces, hacía calor, sobre unos 38º C, nuestros labios estaban agrietados, la sangre agolpada en la cara, podíamos oír el latido de nuestros corazones, las cintas de las pesadas mochilas se clavaban en los hombros, el camino tortuoso, difícil, cada vez mas estrecho,  y cada vez se picaba más la pendiente, había que mirar la pisada del compañero de adelante, y evitar los cantos de las numerosas piedras. En estas condiciones decidimos que seria una locura continuar la marcha, esa noche pernoctamos en un pequeño camping.

07:00. Estábamos instalados en Linarejos, uno de los compañeros tuvo un nuevo avistamiento, esta vez se trato de cuatro gamos, dos machos jóvenes y dos hembras, esta especie pertenece al grupo de los cérvidos, conocida científicamente con el nombre de Dama Dama, su manto de pelo es de color pardo rojizo moteado de lunares blancos, que pierden en invierno, el escudo anal mas marcado que en el ciervo y de color blanco con una cola ancha igualmente blanca, los machos estas coronados por una cornamenta de forma palmeada, rematada en cada uno de los lados en tres puntas, y como sus parientes cercanos los ciervos la mudan anualmente, el desmogue se produce entre marzo y abril, y en unos pocos meses ya estará totalmente desarrollada la nueva cuerna.

Ese atardecer observamos un fenómeno celeste que ninguno de los tres compañeros había visto hasta entonces: La Luna emitía un reflejo oscuro en todo su diámetro que contrastaba con el resto del firmamento.  Versión de Fran: “La Luna en cuarto creciente aparecía como el centro de un enorme circulo de tamaño unas veinte veces el diámetro de esta, este parecía de color mas obscuro que el resto de la bóveda celeste”.  Según Toni:  “¡Tope guay Luna!”                 

10:30. Hora de dormir

 

30 de marzo de 1985

 

09:00 Salimos de la tienda de campaña

10:30 Primera salida de reconocimiento a los alrededores del camping. Tras atravesar algunos ríos y arroyos y ascender a una loma de unos 500 metros, descubrimos un enorme salto de agua, desde donde esta se precipitaba desde una altura de siete metros. Así lo conté yo: ”El salto de agua producía un sonido ensordecedor, el agua caía con una fuerza enorme como queriendo pegar violentamente contra las rocas que ya formaban huecos para acunarla”. Versión  sobre la cascada de Toni: ”El agua caía mu gansa”.

Cerca de allí un fuerte y desagradable hedor nos llamo la atención, eran  las vísceras de algún ungulado, abandonadas al pie de un árbol, entendimos que se trataba de las huellas de algún cazador furtivo que había hecho su trabajo no muchas horas antes, abandonamos aquel lugar dejando a las moscas y moscardones disfrutar de su festín.

Al regreso encontramos unas huellas de gamo no muy lejos del camping, estas son de tamaño similar a las del ciervo, pero más estrechas y puntiagudas, y también como aquellas marcan perfectamente las dos pezuñas.

12:30 Salimos a coger leña

13:00 Comenzamos a hacer el fuego, empresa que nos robo dos horas

15:00 Comemos fabada asturiana enlatada.

17:21 Hacemos una segunda avanzadilla y encontramos una nueva huella a tan solo unos trescientos metros de la tienda, esta vez no pudimos averiguar el animal a la que pertenecía, aunque si trataba con toda seguridad de algún ungulado de enormes proporciones.

Seguimos avanzando por un terreno muy sinuoso, rocas calizas caprichosamente labradas por el viento y el agua, ascendemos hasta el punto mas alto de una loma desde la cual se puede observar el Cortado de Linarejos de unos 200 metros de altura, desde donde se puede divisar un paisaje de montañas en tonos verdes que se van aclarando hasta  llegar a la línea del horizonte. En el fondo del acantilado el sonido de un riachuelo rompe el silencio de las alturas.

20:00 Tras fuertes deliberaciones y sentados frente a una hoguera decidimos aplazar la ascensión a los Llanos hasta el día 1de abril por la mañana.

31 de marzo de 1985

01:00 Habíamos cenado y había un ambiente agradable entre los miembros de la expedición, nos disponíamos a ir a la fuente más próxima porque escaseaban las provisiones de agua, ¡Asombroso!  A menos de veinte metros un grupo de gamos esperaba cautelosamente para beber del liquido mas preciado y vital, en la profunda noche, cuando ya no quedan fogatas en el campamento, cuando ya solo se oye el silencio, entonces, y solo entonces, es el momento propicio para que los animales de la sierra bajen de sus guaridas en las cumbres, hasta el valle para abrevar en el los abundantes riachuelos que surten al rio Guadalquivir.

10:13 Fran y yo acabamos de despertarnos, nuestro compañero ya lo había hecho unos minutos antes con el fin de ir preparando el fuego, salimos de la tienda cuando oímos un fuerte ruido, como si algo se desplomase irremisiblemente contra la tierra, era nuestro amigo Toni. Cayó sobre su propia mochila, amortiguando el golpe lo cual le libro de lesiones serias, debido a la caída el armazón de aluminio que  estabiliza la mochila se partió en dos. Al cabo de unos 5 minutos Toni ya se había recuperado totalmente, según informo sobre lo sucedido:  al intentar encender el fuego, debido a la humedad del ambiente, y como las ramas no prendían,  trató de ayudarse soplando con sus pulmones de fumador para tratar de avivarlas, y fue tal el esfuerzo que creemos que le supuso un mareo.

11:00 Después del contratiempo, y del café de la mañana, iniciamos lo que seria nuestra tercera avanzadilla, que solo iniciamos dos de los miembros de la expedición, Toni, se quedó en el campamento base, a pesar de estar ya totalmente recuperado.

Esta vez pusimos dirección a la denominada “Cerrada del Utrero”, seguimos un tortuoso camino que discurría paralelo a las turbulentas aguas de un rio, las cuales bajaban a través de un cauce rocoso lleno de cascadas y rompientes. Sentir y escuchar como la fuerza del agua golpeaba contra las rocas era increíble, además la humedad era alta ya que el agua se vaporizaba debido al mismo ímpetu que llevaba. Desde la Cerrada del Utrero los rayos de Sol no se dejan ver en ningún momento del día. En esta ocasión pudimos contemplar el salto de Linarejos en toda su magnitud, también llamado “cola de caballo”, desde el cual caía el agua precipitándose desde una altura total de unos 60 metros.

18:00 Mi amigo Fran y yo iniciamos una marcha de reconocimiento —cuarta avanzadilla—, que nos llevaría hacia los llanos de Hernan-Perea, la carretera es ascendente aunque suave. A la media hora de marcha sorprendimos a un grupo de rebecos, a partir de ahora y hasta el regreso no dejamos de ver animales salvajes, un par de muflones machos, un ciervo macho, una hembra de ciervo con dos cervatillos, además de la silueta recortada en el cielo de un buen número de buitres, y algún águila real sobrevolando los Poyos de la Mesa, una ladera con roqueros desprendidos que contrastan con el pinar de la zona. Estaba atardeciendo, temíamos que la noche cayera antes del regreso pero el majestuoso paisaje que se abría delante de nosotros, con picos elevadísimos que contábamos por decenas, y los pinos carrascos, que vacilaban a nuestro paso agitados por el viento, que serían millares,  y la incertidumbre de saber lo que habría detrás de cada curva nos hacia seguir a mi compañero y a mi como cautivados por la magia del paisaje, la carretera se cortó debido a que se encontró con un cauce seco de riachuelo que había arrastrado a su paso, tiempo antes, grandes piedras que entorpecían el paso, continuamos un poco mas por un camino forestal.

19:15 Decidimos volver, pudimos contemplar en la bajada como alucinados el Sol que se ponía a las 19:24, en el horizonte iban cambiando los tonos azulados por pinceladas de colores cada vez mas calidos: anarajandos, rojizos hasta llegar a tonos violáceos propios del ocaso. Llegamos al camping a las 20:00, haciendo autostop.

Teníamos muchas ilusiones puestas en los Llanos de Hernan Perea. Cenamos y nos acostamos a las 21:30

1 de abril de 1985

10:30 Salimos de Linarejos los tres compañeros hacia los Llanos, íbamos equipados con dos mochilas que nos íbamos alternando cada 30 minutos, en ella llevábamos los sacos de dormir y comida para dos días, considerábamos que era lo mínimo e indispensable, dejando en linarejos , la tienda junto con el resto de víveres y equipaje. El día se podía considerar que era bueno, aunque con algo de niebla y viento, que empezó a soplar moderadamente fuerte.

12:30 Llegamos a Navas de San Pedro, una pequeña aldea situada a unos 1500 metros de altura en plena Sierra de Cazorla, allí, en una pequeña tienda, me llamó la atención en su fachada una chapa grande de una famosa bebida refrescante de las que tiempo antes se utilizaban como reclamo en los bares de nuestros pueblos y ciudades, parecía que en aquel lugar no había pasado el tiempo. Compramos en la misma tienda, que a su vez era panadería, un pan de leña enorme, calculo que pesaría unos 3 o 4 kilos, y que nos duraría blando y crujiente prácticamente toda la excursión. Hasta entonces todo marchaba tal y como lo habíamos planeado, según la información que traíamos desde Jaén, y según los puntos de referencia tomados en Linarejos.

15:00 Llevábamos andados unos 25 kilómetros según nuestros datos, sabíamos que desde Navas de San Pedro, a la siguiente aldea, Navas de San Paulo, que era otro punto de referencia, había una distancia de unos 9 kilómetros, y teníamos que sumar la distancia recorrida hasta Navas de San Pedro que era de unos10 kilómetros. ¡Algo fallaba!. Dejamos a nuestra espalda 25 kilómetros y todavía no habíamos encontrado Navas de San Paulo. ¿Habríamos tomado un camino equivocado? ¿Seria errónea la información que teníamos disponible? En esta situación seguimos marchando aunque algo desconfiados, pensábamos que los llanos estarían detrás de una u otra loma, tras la siguiente curva, pero ni se acababan las lomas, ni aparecían detrás de ninguna curva.

15:15 llegado a este punto, nuestro amigo Toni regresa al campamento base en Linarejos mientras que Fran y yo iniciábamos un ataque final a los Llanos de Hernan Perea. En aquel momento éramos los dos mas preparados física y mentalmente, así que seguimos la marcha, aunque bastante agotados y tras una hora más de penoso caminar por fin conseguimos vislumbrar en el horizonte a las 17:30 los llanos que tanto habíamos ansiado alcanzar, a partir de este momento todo eran felicitaciones entre nosotros.

 los Llanos de Hernán Perea están situados a unos 2000 metros de altitud, están totalmente despoblados de vegetación arbórea lo que causa gran contraste con el resto de las frondosas  sierras que los circundan, para explicar este fenómeno existen diversas teorías: desde una de corte fantástico, que nos facilitó un cabrero, durante un descanso en nuestra ascensión, que nos relataría a modo de leyenda como allí se libró una importante batalla entre moros y cristianos, conocida con el nombre de la “Gran Pelea”, en la que resultaron derrotadas las  tropas de Rodrigo de Perea debido a que los cristianos se vieron sorprendidos por una emboscada del ejercito moruno; hasta otras teorías más creíbles como la que cuenta que desde estos lugares se talaron los árboles para la construcción de los barcos que habrían de formar la flota de la Armada Invencible, allá por el siglo XVIII, puesto que no muy lejos se encuentra el nacimiento del río Segura por entonces utilizado como vía fluvial para el transporte de los troncos hasta su desembocadura en la costa mediterránea, esta ultima es la versión aceptada por nosotros y que va ligada al nombre de Hernan Perea que fue Gobernador del Adelantado de Cazorla, ya que explicaría la desforestación que sufrió este lugar; el resto de teorías que llevan el nombre de los Llanos de Nampelea, o de Relampaguea como también habíamos escuchado de otras fuentes, sencillamente los descartamos por parecer poco verosímiles, ya que pensamos que pueden ser debidas a deformaciones que se producen a lo largo del tiempo de los topónimos originales. Sea cual sea su historia los Llanos cuentan con una extensión de unos 7 kilómetros de ancho por unos 40 kilómetros de largo, de un suelo pedregoso y totalmente desprovisto de vegetación arbórea. Desde allí es posible apreciar las grandes cumbres de las Sierra de Cazorla, Segura y las Villas: las Banderillas, la Empanada, el Yelmo,  el Risco del Madrigal, la Cabeza del Tejo, el Cerro de los Torcales, o el Collado Galán, por entonces lucían sus cumbres totalmente cubiertas de nieve.

Pasamos la noche en el primer refugio, este estaba provisto de bomba de agua, chimenea, un lavadero, y en un rincón una pequeña despensa con las estanterías casi  vacías, puesto que solo contenían una bolsa abierta con sal, algunos dientes de ajo y cebolla, en otro rincón había varias brazadas de leña, el suelo era de firme irregular, de piedra, el espacio habitable, de planta rectangular podría albergar  de 15 a 20 personas, el techo era de pizarra, formando una bóveda de cañón, las paredes tenían pequeños ventanales  rotos que tuvimos que tapar con plásticos y cartones para resguardarnos del intenso frío, y sobre todo del fuerte viento que empezaba a soplar cada ver de forma más intensa, el termómetro marcaba dígitos negativos incluso dentro del refugio.

Para llegar a los Llanos hemos visto innumerable cantidad de animales salvajes, y diferentes tipos de vegetación perfectamente contrastables según íbamos ascendiendo, desde los encinares y olivares del valle del Guadalquivir, los  pinos carrascos, hasta los matorrales propios de los pedregales en las cumbres. Hemos pasado del apacible Sol en el camping, hasta la nieve de las cumbres más altas. ¡Ha sido un éxito!.

2 de abril de 1985.

Después de pasar casi un día en los Llanos de Hernan Perea, lugar desolado y abandonado de la mano de los dioses, sin la presencia de ningún alma posiblemente a kilómetros a la redonda, y después de pernoctar en el refugio, a la mañana siguiente iniciamos el descenso. Una vez abandonado el refugio realizamos una pequeña exploración de la que obtuvimos como resultado el avistamiento de un segundo refugio gemelo, que distaba unos 10 kilómetros del anterior. Iniciamos el camino de vuelta sobre las 13:00. La temperatura a esa hora había subido considerablemente, este mediodía el calor era mas agobiante que el día de la ascensión y para aliviar la sed nos veíamos obligados a mojarnos los labios con bolas de nieve que encontrábamos en nuestro caminar, a pesar de conocer que el agua que forma la  nieve no contiene minerales. Habíamos decidido una ruta diferente para la vuelta: descendiendo desde las lagunas de Valdeazores y siguiendo el curso del río Borosa, afluente del Guadalquivir,  llegar hasta la piscifactoría que toma el mismo nombre del río, y allí pernoctar en un camping situado a unos 23 kilómetros de nuestro campamento, trayecto que discurre paralelo y remontando el rio Guadalquivir, que teníamos previsto hacerlo a pie a la mañana siguiente donde nos estaría esperando nuestro amigo Toni.

 Para iniciar esta nueva ruta, a unos 8 kilómetros del primer refugio tomamos un sendero, en sentido descendente, orientado al sur, pasadas dos horas después de tomar dicho sendero encontramos al fin las lagunas de Valdeazores, que era nuestra primera referencia en la vuelta, son dos pequeños lagos de agua tranquila, limpia y transparente de una belleza inusitada, en la primera de las dos lagunas, detectamos la presencia de patos silvestres. A partir de este momento comienza la parte mas dura del descenso, que discurre paralela al curso de las agua del río Borosa. Tras cruzar alguna presa y algún que otro puente, tuvimos que atravesar largos y obscuros túneles excavados en la roca, de los que conducen las tuberías de agua, y continuar sobre estrechos caminos tallados en la pared sobre precipicios de mas de 100 metros, este paraje es conocido como “la Cerrada del Elías”, el camino por otro lado, aparecía cortado por un sinfín de desprendimientos provocados por las rocas o bien por la crecida del propio rio, lo cual, nos dificultó el descenso aún más. A pesar de todo, pudimos disfrutar de un paisaje majestuoso así como de innumerables pozas de agua, que se formaban en el propio rio, horadadas en la roca, donde se remansaba un agua cristalina como jamás habíamos visto, contemplamos un salto de agua al vacío, incluso asomados al filo de una roca no podíamos ver donde caía el agua, calculamos que se precipitaba desde una altura de casi 100 metros, llegando esta, casi pulverizada a su destino. Siguiendo continuamente el curso del río, cruzando de un lado a otro por la dificultad del terreno, a veces subiendo y otras bajando, atravesando puentes y riachuelos, saltando, trepando y a veces hasta incluso arrastrándonos, llegamos ya de noche y con la luz de la Luna hasta la piscifactoría, que toma el nombre del mismo rio…., después de todo un día andando, con dolores en las articulaciones, y quemaduras del Sol, y ampollas en los pies, alcanzamos el camping de la piscifactoría a las 21:00 después de haber descendido en menos de ocho horas casi 1000 metros de altitud.

3 de abril de 1985

8:00  Mi compañero de aventuras y yo, aun agotados cambiamos de plan, y tomamos el autobús en dirección al campamento para reunirnos con el tercer miembro de la expedición, compartimos viaje con Francisco un joven que según nos explicó se dedicaba al apasionante mundo de  la apicultura, tenia el apiario no muy lejos de la piscifactoría.

10:00 llegamos a Linarejos tremendamente agotados, hemos perdido mas de tres kilos de peso cada uno, tenemos la piel quemada y los pies cubiertos de ampollas, pero todo ha merecido la pena, el día de hoy lo pasamos en el camping con nuestro compañero, reponiendo fuerzas y descansando.

4 de abril de 1985

10:00 Despertamos, todavía nos duelen todos los huesos, para hoy teníamos algunas excursiones programadas pero ante la imposibilidad de movernos por el cansancio tenemos que ceder en nuestro ímpetu y seguir reponiendo fuerzas.

15:30 Comemos y posteriormente amenizamos la tarde jugando a las cartas, pasando de la brisca, al tute, del tute al cinquillo y vuelta a la brisca.

El día esta nublado,  vemos como se van acercando unas nubes negras,  y notamos la humedad en el ambiente, amenaza lluvia.

20:00 Ha oscurecido y encendemos una hoguera. Caen las primeras gotas, goterones,  el cielo esta totalmente cerrado,  cada vez llueve mas intensamente, decidimos entrar en la tienda de campaña, aunque sabemos que esta no puede soportar una lluvia intensa y continua, además ya es tarde para intentar hacer un corta aguas,  que no es mas que un surco alrededor del perímetro de la tienda con salida en el lado mas bajo para tratar de evacuar el agua de la lluvia, pero ya con todo el suelo embarrado sería una empresa imposible.  Al cabo de 2 horas todos los materiales y la ropa están empapados, ¡Hay que actuar! ¡Y Pronto! tenemos que rescatar los objetos mas delicados y llevarlos a los lavaderos del camping, que es la única zona cubierta y allí pasar la noche, pero el camino hasta el lavadero no era fácil, el terreno estaba totalmente enfangado, prácticamente no se podía caminar, cuando no nos hundíamos en el lodo, patinábamos, era penoso, además íbamos cargados de ropa y del material que sabíamos que no podría resistir el agua. En el lavadero pasamos aquella noche los tres, entre cuatro paredes en un espacio de 2m, y esperando impotentes a que terminara de llover, o  simplemente a que pasara la noche sin poder dormir.

 

 

5 de abril de 1985

 

8:00 Ha dejado de llover, y regresamos a la tienda, con iguales dificultades que en la ida, no llevábamos andados cuatro pasos cuando vimos a no mas de unos 10 metros delante de nosotros a un magnifico ejemplar de gamo, se trataba de un macho adulto, estaba inmovilizado, quizás tan sorprendido como nosotros y sin duda desorientado tras la fuerte tormenta, tenia el pelaje húmedo, su manto de pelo brillante de color rojizo, moteado con manchas perladas, las gotas de llovizna resbalaban por su cornamenta aterciopelada,  no pudimos precisar el tiempo que tuvimos delante de nosotros aquel magnifico ejemplar, mirándonos fijamente, pétreo, sin duda nos parecieron  algunos minutos hasta que alguien acercándose hizo algún ruido y el animal desapareció, mientras pienso lo increíble que me parece que algún cazador pudiera tener arrojos en aquel cara a cara con aquel príncipe del bosque, para levantar el arma cargada y disparar acabando súbitamente con la magia, y es que en las practicas actuales de caza mayor priman las capturas de los ejemplares mas fuertes y vigorosos y con mejores y mas grandes astas, al margen de cualquier otro criterio de captura de carácter mas selectivo o cinegético, sin duda alguna va en perjuicio de la supervivencia de la especie.

Camino hacia la tienda, de nuevo cruzando aquel barrizal, seguíamos sorprendidos por aquel inolvidable encuentro, ya en el interior de la misma comprobamos muy a nuestro pesar que estaba totalmente cubierta de barro y agua, sacamos todos los materiales que la noche anterior habíamos dejado.

10:00 la tienda queda totalmente inutilizada.

Intentamos hacer fuego, para calentarnos, pero entre que la temperatura era inferior a los 0ºC y los troncos que estaban totalmente húmedos, decidimos quemar la lona de la tienda y calentarnos con ella, mientras la tienda ardía todos pensábamos que ya no teníamos nada que hacer allí. ¡La lluvia nos ha vencido! Pensábamos todos.

13:30 Partimos caminando hacia Cazorla, la distancia hasta el pueblo era de unos 21 kilómetros.

14:00 Comemos en un merendero que encontramos en el camino, el día sigue nublado y el caminar se hace penoso.

18:30 Llegamos al pueblo de Cazorla cansados, solo nos queda esperar el autobús que sale para Jaén a las 7:00 AM del día siguiente, así que pernoctamos en un parque del mismo pueblo.

 

 

6 de abril de 1985

 

7:00 Después de desayunar en un populoso bar de la plaza del pueblo entre aromas a café y anís dulce, tomamos el autobús de regreso, es el momento de hacer el balance, la aventura ha llegado a su fin.

10:00 llegamos a Jaén, algunos  ya pensamos en un próximo destino.

 

 

 

 

 AGRADECIMIENTOS:

Damos nuestro agradecimiento a todos cuantos nos han ayudado, tanto en nuestra expedición como en la elaboración de este diario:

Al cabrero, quien nos explicó la leyenda de la Gran Pelea

Al joven canoso, quien nos explico, si cabe, la versión mas verosímil sobre los Llanos de Hernan Perea

A Clemente, nuestro cartógrafo particular

A Antonio, el apicultor

 

NARRACION:

Jose Gabriel Moreno Sánchez
 

ACLARACIONES:


A partir del domingo 31 el horario tiene una hora de retraso según horario de verano.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 
 

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